La compra-venta de oro y plata por parte de particulares ha aumentado en los últimos años como consecuencia de la crisis. La muestra más visible de ello probablemente sea la proliferación de las tiendas de ‘Compro Oro’ -no hay más que darse una vuelta por los alrededores de la Puerta del Sol en Madrid-.
Y es que durante los peores momentos de la recesión los precios del oro han vivido una importante escalada, algo lógico teniendo en cuenta que las principales instituciones financieras consideran la inversión en ese metal precioso como el mejor refugio en caso de crisis económica.
Aunque ahora mismo la situación de los mercados es diferente, sobre todo porque la crisis se centra en Europa frente a la recuperación de Estados Unidos, el oro sigue en un buen momento. De hecho, tras una primera caída al conocerse el resultado de las elecciones griegas, su precio volvió a subir tras el anuncio del Banco Central Europeo (BCE) de la aprobación de un plan de estímulo de la economía comunitaria que incluya la adquisición de deuda y se situó por encima de los 1.300 dólares por onza (oz).
Aunque no hay un consenso de opiniones al respecto, algunos analistas consideran que el precio de la onza de oro podría continuar con un crecimiento progresivo si la demanda de oro desde mercado oriental, especialmente desde China, se mantiene.
Todo eso ratifica el hecho de que tanto la compra de oro físico como la inversión en este tipo de productos se haya considerado siempre una buena opción ya que ofrece una alta rentabilidad al comprador, una mayor seguridad frente a otras vías de negocio, como las inversiones monetarias dinámicas, y una protección superior frente a la inflación y la deflación. Este tipo de operación está disponible en la mayoría de los establecimientos de compra-venta de oro.
La otra cara de la moneda es la venta de oro y de plata, una opción a la que ha recurrido un gran número de personas que nunca habían pensado en desprenderse de sus piezas de metales nobles y que con la mala situación económica se han visto obligadas a ello. Ya sea por una mala situación financiera, por motivos personales -joyas de relaciones anteriores que preferiríamos no volver a ver, por ejemplo- o, simplemente, por haberse decidido a deshacerse de esas monedas de oro o de plata que heredamos en algún momento y que preferimos convertir en metálico, existen una serie de factores a tener en cuenta a la hora de vender oro o plata.
Oro y plata: quilates, pureza, estado de conservación...
La característica más definitoria de un lingote o pieza de joyería son sus quilates, que definen la pureza del oro. Las joyas de 24 quilates son de oro puro, pero en realidad no existen muchas piezas de este tipo aparte de los lingotes de oro. Pese a lo que se pueda pensar, la mayoría de las joyas de más valor están elaboradas con oro de 18 quilates con aleaciones de otros metales. Su ventaja es que son más fuertes que el metal de 24 quilates, muy maleable pero demasiado blando para crear joyas con él. Una ecuación que suele cumplirse es que a más pureza del oro, más suavidad de la pieza.
Por lo tanto, el oro de 18 quilates es la calidad estándar de los productos de joyería. Frente a la pureza del 100% del de 24 quilates, el de 18 está elaborado en oro al 75%, tanto para las joyas amarillas como para las blancas. Para identificar una pieza de 18 quilates se puede buscar un grabado con la marca de la pureza que muchas de las firmas realizan en la pieza en un tamaño muy pequeño -puede ser necesario una lupa-. Así, el grado de pureza va bajando hasta el oro de 12 quilates, con un 50 %, o el de 8 quilates, con un 33%.
Otro de los términos que más se oyen en torno al mercado del oro es el de ‘Good Delivery’, una homologación que concede la London Bullion Market Association (LBMA), compuesta por los mismos miembros del London Gold Fixing, a aquellos productores de lingotes que cumplen los estrictos requisitos de calidad para poder comercializar barras de oro y de plata estandarizadas en cualquier lugar del mundo, tanto por parte de usuarios particulares como por entidades bancarias. Este sello representa un valor intangible y garantiza la pureza y el peso grabados en la barra.
Respecto a la plata, se acostumbra a diferenciar entre plata fina y de 925 o de 800 mm. La comercialización de este otro metal no se queda en joyas viejas o usadas, sino que se suelen vender muchas cuberterías, piezas de menaje, bandejas, candelabros… También monedas de plata, cuyo precio varía dependiendo no sólo del tipo de material ni del peso de la pieza, sino del país de procedencia, del año de acuñación, del estado de conservación y de las cantidades que se posean de cada pieza.
Consejos antes de vender tus joyas
Aunque ahora mismo la situación de los mercados es diferente, sobre todo porque la crisis se centra en Europa frente a la recuperación de Estados Unidos, el oro sigue en un buen momento. De hecho, tras una primera caída al conocerse el resultado de las elecciones griegas, su precio volvió a subir tras el anuncio del Banco Central Europeo (BCE) de la aprobación de un plan de estímulo de la economía comunitaria que incluya la adquisición de deuda y se situó por encima de los 1.300 dólares por onza (oz).
Aunque no hay un consenso de opiniones al respecto, algunos analistas consideran que el precio de la onza de oro podría continuar con un crecimiento progresivo si la demanda de oro desde mercado oriental, especialmente desde China, se mantiene.
Todo eso ratifica el hecho de que tanto la compra de oro físico como la inversión en este tipo de productos se haya considerado siempre una buena opción ya que ofrece una alta rentabilidad al comprador, una mayor seguridad frente a otras vías de negocio, como las inversiones monetarias dinámicas, y una protección superior frente a la inflación y la deflación. Este tipo de operación está disponible en la mayoría de los establecimientos de compra-venta de oro.
La otra cara de la moneda es la venta de oro y de plata, una opción a la que ha recurrido un gran número de personas que nunca habían pensado en desprenderse de sus piezas de metales nobles y que con la mala situación económica se han visto obligadas a ello. Ya sea por una mala situación financiera, por motivos personales -joyas de relaciones anteriores que preferiríamos no volver a ver, por ejemplo- o, simplemente, por haberse decidido a deshacerse de esas monedas de oro o de plata que heredamos en algún momento y que preferimos convertir en metálico, existen una serie de factores a tener en cuenta a la hora de vender oro o plata.
Oro y plata: quilates, pureza, estado de conservación...
La característica más definitoria de un lingote o pieza de joyería son sus quilates, que definen la pureza del oro. Las joyas de 24 quilates son de oro puro, pero en realidad no existen muchas piezas de este tipo aparte de los lingotes de oro. Pese a lo que se pueda pensar, la mayoría de las joyas de más valor están elaboradas con oro de 18 quilates con aleaciones de otros metales. Su ventaja es que son más fuertes que el metal de 24 quilates, muy maleable pero demasiado blando para crear joyas con él. Una ecuación que suele cumplirse es que a más pureza del oro, más suavidad de la pieza.
Por lo tanto, el oro de 18 quilates es la calidad estándar de los productos de joyería. Frente a la pureza del 100% del de 24 quilates, el de 18 está elaborado en oro al 75%, tanto para las joyas amarillas como para las blancas. Para identificar una pieza de 18 quilates se puede buscar un grabado con la marca de la pureza que muchas de las firmas realizan en la pieza en un tamaño muy pequeño -puede ser necesario una lupa-. Así, el grado de pureza va bajando hasta el oro de 12 quilates, con un 50 %, o el de 8 quilates, con un 33%.
Otro de los términos que más se oyen en torno al mercado del oro es el de ‘Good Delivery’, una homologación que concede la London Bullion Market Association (LBMA), compuesta por los mismos miembros del London Gold Fixing, a aquellos productores de lingotes que cumplen los estrictos requisitos de calidad para poder comercializar barras de oro y de plata estandarizadas en cualquier lugar del mundo, tanto por parte de usuarios particulares como por entidades bancarias. Este sello representa un valor intangible y garantiza la pureza y el peso grabados en la barra.
Respecto a la plata, se acostumbra a diferenciar entre plata fina y de 925 o de 800 mm. La comercialización de este otro metal no se queda en joyas viejas o usadas, sino que se suelen vender muchas cuberterías, piezas de menaje, bandejas, candelabros… También monedas de plata, cuyo precio varía dependiendo no sólo del tipo de material ni del peso de la pieza, sino del país de procedencia, del año de acuñación, del estado de conservación y de las cantidades que se posean de cada pieza.
Consejos antes de vender tus joyas
A la hora de disponernos a vender alguna pieza bien de oro o de plata es importante seguir estos consejos:
- Pesarlo previamente: En el establecimiento lo van a pesar y no tienes por qué desconfiar pero no está de más que vayas con una idea previa de lo que puedes conseguir por la pieza. Además, así te aseguras de que la báscula del establecimiento ofrece un resultado fiable. Es importante que compruebes que el aparato no está trucado: cerciórate de que esté marcado con un 'CE' -aprobado por la Unión Europea- y con una pegatina similar, en color verde, con una 'M'.
- Comparar varias ofertas antes de decantarse por una empresa. Varias inspecciones de las administraciones han demostrado que un porcentaje de las tiendas de compra-venta de oro que en algunas ciudades supera el 80% comenten irregularidades como no conservar los objetos los quince días que establece la ley o medir con instrumentos que no cumplen las normas de las transacciones comerciales.
- Acudir en persona a un establecimiento que te inspire confianza y que garantice un precio justo. Para ello, asegúrate de que dispone de un listado público de los precios actualizados a los que paga las piezas para que tengas una orientación.
- En el mismo sentido, al elegir el lugar de la transacción ten en cuenta que el establecimiento de compra-venta debería asemejarse a una joyería en condiciones de discreción y seguridad. Las tiendas que se publicidad a gritos mediante ‘hombres-anuncio’ en las calles del centro deberían hacerte desconfiar.
- Como en todos los negocios, en el de la compra-venta de oro se producen fraudes. Con el aumento del comercio digital también se han multiplicado los hacker que orquestan estafas online. No te fíes de ofertas digitales que ofrecen invertir en oro a precios muy inferiores a los del mercado con la excusa de que poseen reservas de oro. Del mismo modo, tampoco de quienes aseguran pagarte precios extrañamente altos por tus joyas y monedas.
- Informarse del valor del metal en el momento de la venta es básico, ya que las fluctuaciones del mercado dependiendo de la cotización hacen que no siempre sea igual de rentable el negocio.
Fuente: The Gold House Online